Se escribe para que no se pierda, pero sobre todo se escribe para que se hable de ella, vuelva a formar de nuestro legado oral y ocupe el lugar que nunca debio perder.
Es parte de nosotros, de los que somos, hemos sido y seremos, y todos y todas somos portadores de Tradición Oral, solo hay que tener ganas de compartir.
“Se escucha el quejido del monte, siempre se queja. Son las ramas que se frotan la una con la otra. Cuando hay poco viento se escucha el crujir y a eso le llaman el quejido del monte. El monte es sabio, la naturaleza es sabia, pero hay que amarla y respetarla. Para que el monte les dé no hay que hacerle daño, porque a medida que se ama y se respeta a la madre tierra ella va a ir soltando de a poco sus voces y sus secretos. Mi abuelo siempre nos decía; Nunca hay que morirse con lo que uno sabe, hay que trasmitirlo, para que no se muera la tradición, la cultura, nuestro conocimiento. No hacer como aquellas personas que se mueren y se llevan los conocimientos a la tumba, no hay que llevarse a la tumba lo que uno conoce hay que trasmitirlo, desde lo simple, como por ejemplo; las recetas. Y mi papá siempre decía; Nosotros somos tierra, la madre nuestra es la tierra -el dios de él era la tierra - nacemos de la tierra, vivimos de la tierra, el fruto viene de la tierra, y volvemos a la tierra de vuelta. Somos de la madre tierra . A la tierra hay que trabajarla, abonarla, la gente se queja de que en esta tierra no crece nada, que tiene salitre, pero mi papá tenía siempre de todo, porque la trabajaba. Yo pienso siempre en la gente de la ciudad, que si no tiene un sueldo no tiene que comer, yo acá sino tengo nada hiervo una gallina, carneo un animalito y tengo carne, pero la gente en la cuidad cómo hace. Si a esta altura yo me tengo que ir a la ciudad me muero de pena”.
Informante: Mirta Gerez.
Los Cadillos, Quilino, 15/05/2010.
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